Punto de vista

Inteligencia emocional, el gran déficit en la educación chilena

Los resultados del SIMCE y la PSU están entre los parámetros que más usan los padres a la hora de elegir colegios para sus hijos. Por lo mismo, aún hay quienes son capaces de amanecerse en las afueras de un establecimiento de “buen rendimiento” para conseguir un cupo, por ejemplo para “playgroup” (niños menores de 5 años). Está prácticamente normalizado: papás estresados, pruebas estandarizadas a niños pequeños que más que buscar entrar a pre-kínder pareciera que están postulando a un trabajo o una universidad.

A mi juicio una muestra de una educación “desenfocada”. Los colegios tradicionales y los mismos apoderados priorizamos las habilidades académicas, pero no damos importancia a educar respecto a las emociones.

La inteligencia emocional es primordial en el desarrollo del ser humano. En la práctica es saber “dirigir y equilibrar los sentimientos propios y de los demás”. Es saber sociabilizar, controlar impulsos, autopercibirse y aceptarse con defectos y virtudes”, etc.

Hay expertos que consideran que los niños y adolescentes chilenos están “dañados afectiva y emocionalmente” debido a que el sistema laboral prácticamente “se traga” a los padres y ya no tienen tiempo para dedicarles. Los niños estarían sufriendo de “carencias amorosas y desequilibrios” y así es imposible un aprendizaje intelectual.

Por otro lado, un reciente estudio de la Universidad de Harvard critica el sistema educativo chileno, ya que “no educa a los niños ni emocional ni socialmente”, siendo esto la base de todo “aprendizaje real y efectivo”. Por eso nos convertimos en uno de los países con peor educación en la región e incluso en el mundo occidental.

Si bien creo que aún no hay muchas opciones para poder acceder a una educación más integral, o alternativa si se quiere, sí podemos en casa ir encausando a nuestros hijos en este sentido. Sería fantástico darle la misma prioridad a la enseñanza cognitiva o física que al “talento” de conocer y controlar sus emociones, y enfrentar a la sociedad.

Para eso expertos recomiendan realizar diversas dinámicas con los niños desde pequeños:

-Partir con el ejemplo y como adultos controlar nuestros impulsos.

-Enseñarles a resolver sus problemas y afrontar las consecuencias de sus actos.

-Que cumplan metas y responsabilidades.

-Que sensibilicen y se pongan en el lugar de otros.

-Sentarse a conversar sobre su enojo o pataleta y ayudarlo a manejar ese sentimiento.

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