Los poemas de Víctor Munita Fritis reinventan el mito de Ícaro explorando la desmesura del deseo humano, la fragilidad de los sueños y la persistencia de la imaginación frente al desierto —real o simbólico— que nos rodea. Las voces poéticas que se dan cita reconstruyen la caída, el vuelo y la búsqueda de sentido, situando la experiencia personal en diálogo con la pintura, la astronomía y la memoria colectiva. Un sueño humano.
A: Héctor Monsalve Viveros
Yo no soy Ícaro:
Dejé de serlo una tarde
cuando me vi escrito
en todos los horizontes
tatuado de amarillo
como una leyenda cretense
o como un faro de oro
en medio del desierto.
Un pájaro se apoyó en cada esquina
y me sugirió que planeara
lanzándose a los aires
pero cayó al mar.
¿Cuál mar se preguntarán ustedes?
Sí es arena
pero cada cual
vuelve los ojos a donde quiere
porque ahí se derrama
grano a grano
la espuma del futuro
el milagro del destino.
Yo no soy Ícaro
Me abandoné en una carrera bestial
creí que al levantar la cabeza
estaba quemando las naves de cuarzo
pero no advertí el peligro.
Jamás cerré los ojos
dije mi nombre como un sueño
que uno tiene desde niño.
Incendié la noche
y me dejé partir
por el rayo feroz
de la soledad.