Claudia Latorre Zepeda: “La necesidad de escribir siempre está inquietando mi cabeza”

Por medio de una auto-entrevista, la escritora atacameña devela su historia de vida  e inspiraciones.

Claudia Latorre Zepeda, es una destacada escritora y periodista de Atacama. Si bien actualmente está radicada en Valdivia, la mayor parte de su vida y de sus proyectos, – como su primer libro “Somos de ningún lugar” -, mantienen sus raíces en los escenarios y paisajes desérticos del norte.

Candidata a Magister en Literatura Contemporánea Hispanoamericana – UACH/TEC en Turismo – Inacap. También cursó Literatura y Escritura Creativa en Universidad Complutense Madrid, España. En Letra Brava, le propusimos construir este escrito en base a una auto-entrevista, que  aceptó gustosa y que hoy presentamos.

AUTO ENTREVISTA

«Mis primeras creaciones fueron obras de teatro, algunas las terminé y otras quedaron en el olvido,  nunca llegué al montaje, por  distintas circunstancias. Luego escribí cuentos que publiqué en concursos y desde ahí pasé a la novela, ahora sigo en la novela, pero en paralelo indago en la poesía con pretensiones de volver a la dramaturgia, pero con montaje, ¿sino para qué?

¿Qué me motivó a escribir? El incesante tecleo de la máquina de escribir que usaba mi papá en la casa para redactar sus obras de teatro, además de la enorme biblioteca que cubría uno de los muros de la casa. Y por supuesto, ver a mi mamá dramatizando el libreto, para criticarlo con aportes fundamentales  con el propósito de lograr la perfección del escrito; era admirable, y siempre me llamó la atención verlos unidos en ese mundo paralelo de personajes que solamente vivían en un papel y que tarde o temprano vería sobre un escenario con luces y escenografía. Ansiaba los días de estrenos y tener la oportunidad de disfrutar de la sala llena de público aplaudiendo de pie toda esa creación que nacía en nuestra casa.

Leía sus escritos y trataba de crear los míos, sentía la esencia y presencia de todos estos personajes vivos que eran invocados al ser creados, a veces creo que la necesidad de escribir siempre está inquietando mi cabeza, necesitan salir las historias y ser contadas.

En mis escritos busco transmitir emociones,  entretención, distracción, comunicación, diálogo, etc. Cada vez estamos más incapacitados de transmitir nuestras emociones, para comunicarlas. Tengo la certeza que el arte es la base para todo desarrollo humano, y la literatura es parte del arte; sin lecturas, escrituras, sin cine, sin música, sin la danza, la pintura, el teatro, no podemos evolucionar nuestro espíritu humano y nos vamos quedando en lo primitivo. Discrepo cuando dicen que el arte no sirve para nada, siento que sepultan una de las pocas vías que nos permite naufragar sobre la libertad de sentirnos vivos, o conectarnos con el entorno, incluso reconocernos, tener la capacidad de crear otros mundos que seguramente existen y siempre han vivido a nuestro lado, pero estamos tan sumergidos en el sistema que no los vemos, y solo el arte permite disfrutar de esos espacios.

¿Inspiración o trabajo constante? Ambos. Creo que para escribir hay que tener la inspiración, o el resultado será una página en blanco, quizás escriba algo, pero no será bueno. El trabajo constante es importante, aplicar técnicas de meditación, ejercicios de desbloqueo, todo sirve cuando hay que trabajar sobre una historia que requiere ser terminada en un plazo fijo, incluso caminar sirve, oír música o cocinar (cocinar me fascina, es viajar entre sabores y aromas,  y se disfruta más cuando usas hierbas que sembraste en casa). Para escribir hay que invertir tiempo, viajar, moverse geográficamente, conocer, aprender y leer de todo, hay que observar. Suelo moverme constantemente, es una profunda necesidad, he vivido en distintos lugares, pero siempre vuelvo a la región de Atacama, a mi hogar. Nunca me he despedido del norte y no lo haré, no me prometo  a mí misma cuando volveré o si regresaré a vivir ahí, espero que sí.

Actualmente estoy en distintos proyectos literarios y también visuales, en proceso de edición de la novela “Río de mi río, hijos del relave”, que tiene como base temática el primer aluvión ocurrido el año 2015 en Atacama. Está ubicada en el año 2040, no muy lejos de nuestro presente, pero retrata personajes del futuro  y usa como escenario el mundo y los cambios geográficos que han ocurrido. También estoy en fase de edición de un primer libro de poemas “DesSur”, que tuvo bastantes transformaciones en su desarrollo. Trata de la conexión de la naturaleza con el ser, en este país largo y estrecho donde la visualidad se toma parte del protagonismo. Y estoy empezando a escribir un libreto de teatro desde el ámbito social y actual, quiero mezclar el humor y el drama. En lo audiovisual sigo trabajando sobre un documental del agua desde el lenguaje poético, en lo visual con ilustraciones en colaboración de un profesional del área.

¿Escribir aunque sepa que nadie me va a leer? Sin duda que sí, es una necesidad hacerlo, sino exploto; imagínate todas las historias o personajes que se me asoman en la mente, terminaría devorándome la cabeza si no los dejo salir,  es como pensar que un pintor no pintará más porque nadie mirará sus cuadros, o la bailarina no danzará más porque nadie la verá.

Me inspiro definitivamente en los lugares geográficos que habito, en las culturas que voy descubriendo, en el mundo, en la naturaleza, en la gente, en los animales, en la buena y mala experiencia; en la vida y en la muerte.

¿Malas y buenas experiencias? La mala experiencia es el bullying  en el colegio cuando niña, era un maltrato “disfrazado”, no me di cuenta lo que me afectaba, hasta más adulta, incluso recuerdo que me hacia la enferma para no ir a clases; siempre he sido muy silenciosa y más observadora, claro que a los niños eso no les importa, y sufres porque eres muy pequeña para entenderlo. Y sobre las buenas experiencias sumo la hermosa familia que me tocó, las tremendas oportunidades que he tenido y agradezco tener la capacidad para darme cuenta y disfrutarlo al máximo.

Actualmente estoy desde distintos frentes literarios, no puedo estar solamente con un autor y desde un solo género:  en el terror voy al maestro del terror en manga, el japonés Juiji Ito “Uzumaki”; en narrativa a Hiromi Kawakami, “El cielo es azul, la tierra blanca”; Isidora Aguirre y “Los que van quedando en el camino”; “El Incal” de Jodorowsky y “La historia de los antiguos mapuches del sur” de José Bengoa.  Hay otra lista larga que está en espera.

Es difícil recomendar a un autor, depende mucho del interés del lector. Recomiendo empezar por conocer autores regionales, leer poesía, novelas, libros visuales, inquietarse por quienes están publicando actualmente, o quienes ya han publicado, porque son ellos los que están escribiendo la historia de la región o del país».

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