#REPORTAJE / El tesoro del “Chango Aracena” y el meteorito del desierto

Conozca esta maravillosa investigación, que pondría fin a una leyenda.

Para nadie es desconocido que Atacama esconde muchísimas historias y leyendas sobre botines o grandes yacimientos olvidados. Entre estos, el tesoro del “Chango Aracena” se alza en nuestra imaginería regional.

Sin embargo ¿Qué pasaría si de pronto un grupo de científicos afirmara haber encontrado dicho tesoro? Y más aún ¿Qué pasaría si el buscado mineral correspondiera en realidad a los fragmentos de un meteorito de procedencia desconocida, caído en nuestro desierto?

Es el inquietante misterio expuesto en una investigación desarrollada junto al historiador Vidal Naveas, basado en un maravilloso libro e investigación del astrónomo danés, Holger Pedersen.

LA LEYENDA

Una de las leyendas más conocidas y llamativas de la Provincia de Chañaral es la del “Derrotero del Chango Aracena”.

De acuerdo al trabajo del reconocido escritor Pedro Serazzi, titulado “El derrotero del Chango Aracena”, la leyenda contaría incluso con una base histórica, pues de sus protagonistas existen testimonios, como las ruinas de la casa donde moraron el Chango y su familia; además también estaría avalada por una publicación en el Diario El Ferrocarril, de Santiago, Martín de la Rivera en 1875; y F. M. Aracena, en el libro «La Industria del Cobre, 1884».

Todo se remontaría al periodo de la Conquista española con el posterior reparto de tierras en la Colonia, que derivó en el desmembramiento y desaparición de etnias indígenas como los Changos. Algunas familias indígenas se instalaron en la Cordillera de la Costa, en pequeñas aguadas donde establecieron majadas para ganado caprino, principalmente.

Uno de estos indígenas fue Nolasco Aracena, quien habría descubierto en el desierto chañaralino una mina de plata. Este suceso habría ocurrido alrededor de 1840 y Aracena, conocido como El Chango Aracena, necesitó de apenas un par de mulas y sacos para sacar grandes utilidades de su rico metal. La noticia se esparció y muchos buscaron al Chango para suplicarle participar de su riqueza, pero jamás hubo alguna pista del derrotero. Tiempo después, el Chango Aracena muriría de enfermedad natural.

Según la versión de Serazzi, el Chango no disfrutó de la riqueza, aunque heredó el secreto a un sobrino, quien más tarde debido a su vida pendenciera y fuera de la ley, fue apresado y ejecutado en Copiapó. La leyenda cuenta que su abogado defensor, Vicente Quezada, mantuvo el secreto del derrotero, aunque el tesoro nunca fue encontrado.

Otra versión es la que entregó Vidal Naveas. Según el escritor, el Chango Aracena – llamado Rafael – efectivamente habría encontrado un increíble yacimiento, pero no pudo disfrutar de su tesoro dada su participación en un crimen que lo llevó a la horca en una ejecución pública realizada en la Plaza de Armas de Copiapó, el 05 de marzo de 1842.

Para Naveas, esta historia también estaría validada por dos historiadores: Carlos María Sayago en “Historia de Copiapó” y, Benjamín Vicuña Mackenna a en “El Libro del Cobre”.

Coincidentemente con la versión de Serazzi, la leyenda según Naveas, confirma que habría sido el letrado Quezada (abogado de la reconocida familia Gallo, enterrado en el Cementerio Municipal de Copiapó), quien habría guardado el último secreto sobre la existencia y ubicación del mítico tesoro, pero nunca reveló ni buscó el botín.

LIBRO

Fue Vidal Naveas quien nos reveló la interesante y reveladora investigación del libro “Road-map to the Indian`s Treasure, On the chilean meteorite Vaca Muerta and its early mistake for silver” (Hoja de ruta del tesoro de la India: El meteorito chileno en Vaca Muerta y una anticipada confusión de plata), del reconocido científico de Dinamarca, Holger Pedersen.

La obra, escrita en inglés, combina estudios astronómicos y los relaciona con antiguas rutas indígenas, veneros y cerros de riqueza escondidos en el Desierto. Allí, destaca un episodio histórico ocurrido en Atacama (el derrotero del Chango Aracena), pero sorprende la calidad de la información, que aclara conceptos y realidades muy distintas a las conocidas.

Según Vidal Naveas, el Chango Aracena se llevó el secreto de su “tesoro” a la tumba, y hubo que esperar 170 años para que fuera redescubierto por el equipo investigador de geógrafos, historiadores, y el astrónomo danés avecindado en La Serena, hasta hace un tiempo atrás.

La obra de Pedersen publicada el 2012, la trabajó mientras se desempeñaba como funcionario de la ESO, en el Observatorio Astronómico La Silla, en la Región de Coquimbo. Entonces, dedicó su tiempo libre a estudiar los meteoritos caídos en el desierto.

Pedersen, se rodeó de un grupo de científicos e historiadores de Coquimbo, entre ellos Claudio Canut De Bon, Ingeniero Industrial en Minas y Profesor especialista en Mineralogía, de la Universidad de La Serena. De esta manera, pudo terminar su ambicioso libro.

En la obra el astrónomo danés también abordó otros temas sobre la minería de Atacama y Coquimbo, que plasmó con una gran selección de fotos antiguas de Atacama y otras tantas, tridimensionales. El libro se convirtió en un Best Seller, acaparando elogiosos comentarios en revistas científicas especializadas, como Meteorite.

“Por una parte estoy contento, porque por fin se desentraña la historia del Chango Aracena, pero a la vez con un dejo de molestia, porque un extranjero nos muestra algo que debiéramos hacer nosotros, los chilenos. Eso nos aclara qué lejanos estamos los atacameños de escribir nuestra propia historia. Creo que hay que revisar las políticas del libro en Chile, donde no hay motivación para investigar, porque los resultados hay que llevarlos a participar en un concurso para que sean publicados”, señaló Naveas.

REVELACION

Para llegar hasta el lugar donde se encontraría el tesoro del Chango Aracena, el danés Pedersen dedicó mucho tiempo de visitas e investigaciones en la Biblioteca Nacional, donde recopiló antecedentes sobre el paradero del presunto mineral.

Con las pistas y la historia revelada en el Archivo Nacional, el danés juntó al equipo de profesionales, llegó hasta el desierto de Atacama y en el sector de Vaca Muerta (interior de Diego de Almagro), concretaron los primeros descubrimientos: hallaron diferentes artículos usados por antiguos mineros; rastros de precarios asentamientos y, finalmente, dieron con fragmentos de un meteorito caído en pleno desierto.

El meteorito, el más grande de su tipo con una masa aproximada de 6 toneladas, es tipo Mesosiderite, resultante de un 50 por ciento silicato y el 50 restante de hierro y níquel.

Tanto su composición como el lugar donde se estrelló, pudieron haber hecho creer a un modesto pirquinero que su descubrimiento se trataba de un increíble mineral y de esta manera, pudo haber nacido la leyenda del tesoro del Chango Aracena. Ésta es la conclusión del libro.

De esta forma, según el astrónomo danés, el Chango Aracena creyó que había descubierto una veta de plata, pero en realidad se había topado con un meteorito, cuyos fragmentos quedaron esparcidos en el desierto, insinuando la cercanía y existencia del fantástico mineral. Como antecedente destaca el desconcierto producido en el siglo XIX, cuando una empresa prospectora también habría confundido los restos del meteorito con un afloramiento de un depósito mineral de plata.

Tanto algunos fragmentos como los restos de utensilios encontrados en Vaca Muerta fueron trasladados al Museo Mineralógico Ignacio Domeyko de La Universidad de la Serena (con una muestra de 50 kilos) y al Museo Nacional de Historia Natural en Santiago. El resto aún descansa en Vaca Muerta.

Gracias a las tecnologías de la comunicación, nos contactamos vía videoconferencia con el astrónomo Pedersen, quien desde Dinamarca explicó la génesis de su investigación.

“Los meteoritos tienen una atracción especial, casi espiritual. Sin embargo, quise iniciar una búsqueda a través del ámbito científico y por ello busqué cooperación en la Universidad de La Serena, con otros profesionales como Canut De Bon y escritores como Naveas, Aracena y Monroy. En Chile, lamentablemente no existe una ley que proteja estos tesoros y el patrimonio mineral, a diferencia de Dinamarca, y por esto quise iniciar la investigación para asegurar el material para el estudio científico”, aseguró.

Pedersen también reveló cómo identificó esta piedra espacial con el tesoro del Chango Aracena. “No podemos comprobarlo pues no contamos con una muestra guardada por Aracena. Sin embargo, las descripciones del historiador Benjamín Vicuña Mackenna y los documentos encontrados en el Archivo Nacional – que incluyen el testamento de Aracena – nos permitieron identificar el sector específico donde el Chango encontró su tesoro. Nadie encontró este gran mineral, porque nadie lo buscó en medio del desierto. Era impensado. Por todo ello, la conclusión que podemos sacar es que el Chango Aracena en realidad encontró un meteorito”, finalizó.

En resumen – tras esta fantástica revelación – ahora nos queda la tarea de rescatar y proteger lugares como Vaca Muerta, donde descansan restos de meteoritos caídos hace cientos y miles de años, pues forman parte de nuestro patrimonio mineral. En este contexto, nuestro Desierto de Atacama es uno de los parajes con mayor material espacial del planeta – después del continente antártico – sobre todo por su capacidad de conservación.

Para el astrofísico Pedersen, Chile es un lugar extremadamente rico para la ciencia y por ello, pronto tiene pensado volver e iniciar otras investigaciones que de seguro, nos dejarán tan maravillados como este descubrimiento, que intenta poner punto final al mito del Chango Aracena.

Por Carlos Zepeda González, publicado en Atacama Viva Magazine / Reportaje ganador de la 4ª versión del Concurso de Periodismo Minero Expomin 2014.

Deja un comentario